En esta edición del A Veces Pienso de Zona Vip Espectáculos quise expresar en algunas palabras una situación que durante el último tiempo se volvió recurrente y que habla de la manera en las personas pueden mutar o bien dejar salir su verdadera forma de ser. En la cotidianidad cada vez son más las personas que demuestran no tener los mínimos valores y principios morales.
Aquí los dejo con estas reflexiones…
En el sentir cotidiano se dice que en momentos determinados una persona puede llegar a mostrar lo que comúnmente llamamos hilacha, cambiando su manera de ser de forma dramática por cuestiones que poco tienen que ver con las conductas que hasta esa circunstancia venía mostrando ante la sociedad y su círculo más cercano. Muchos consideran que esos cambios radicales de personalidad se deben a lapsus que no se condicen con la verdadera esencia de la persona involucrada y que bien solo pueden ser tomados como pequeñas e irracionales muestras de un temperamento oculto. Sin embargo, a título personal creo que la hilacha no se muestra, sino que el que llega a una actitud hipócrita lo hace porque siempre, desde sus orígenes, fue un miserable. Lamentablemente, en estos últimos años, he sido testigo directo de una gran cantidad de situaciones de esta naturaleza con personas que consideraba buenas y que por los motivos más banales han dejado fluir su lado más miserable, es decir que se han dejado ver tal cual son en realidad. Personas que si bien no consideraba amigos -tengo muy pocos, contados con los dedos de una mano y media- inspiraban en mí cierto respeto. Sin embargo, cuando «las papas quemaron» la decepción fue grande en el momento en que se dieron hechos puntuales que evidenciaron cabalmente la madera de la que están tallados.
«El dinero, las migajas en realidad, es siempre uno de los principales plumeros en destapar la mugre de muchas personas»
El acceso a ciertos círculos de «cuasi poder» es otro de ellos, siempre tratándose de personas que durante sus vidas no fueron más que simples arrastrados que, de ese modo, ocultaban las falencias en su formación. Las enseñanza y principios que me inculcaron mis padres me dan la razón, no hay matices, no hay excusas, no hay lapsus ni cambios repentinos de los que más tarde se vuelve. El que muestra la hilacha es inmensamente miserable, o cobarde según la situación, por naturaleza.
José Martin Bangher.-